Traslación

Vuelta a mis letras,

Pero no a sus vetustas andanzas

O al historial de rosarios

En boca de madre

Por cada vaso abusado.

Vuelta a mis letras,

Sin sus absolutas certezas

O complacientes engaños

Vetando el escape

De este ser fisurado.

Vuelta a mis letras,

Regurgitando desproporcionadas

La falta de métrica 

Sobre su vida después de la mía;

Manecillas perdidas

Por cataclismos del meridiano,

El desamor de la esposa de mi padre

Y sus cruces en mi vértebra

Pacientes,

Hipócritas,

Venideras.

Siendo la muerte que espera.

Vuelta a mis letras,

Con todas sus sílabas glorificadas

Por el romance y supuestos

Que el día emane,

Respirando sosiego, aguardo.

La colilla

Con el exilio en mi haber
Y tu pasado a mi espalda
Voy a zarpar tus lunares,
Uno a uno.

Con tan maltrecha piel
Y el rose en tu oído
Marcaré tu cintura de paz
Dejándote como vicio,
El amar.

Descendiente de trovas
Y la mala vida,
Átate mi par de consonantes
Prívalas del mundo
Múdate a mi hombro.
Ayúdate de mi.

Parábola

Cuando exilié mi enojo,
Empecé a caminar.

De a poco y al error,
Con mi orquesta y mis pecados.

A la par y sin ti.
Conmigo.

Ópera

En una de mis resurecciones
El fénix envidió mis pavesas.
Cubierto en lágrimas de amores abortados
Y la operante gana de tu no querer
Dudé si clavarme martir o caminar.

Alzado entre palabras
No era el joven Dante, ni tú la pura Beatriz,
Tenía otros errores
Y leprosos versos
Calzos de entrañas y vísceras,
Que hicieron de tu vuelta, la noticia fantoche del mes.

Inserté mi hígado sangrante junto al corazón
Monté mi ópera de dolor
Y me bebí las penas pendientes
Hasta desmantelar mi organismo de tus hormonas.
Aquellas que me ataron a la cruz,
Aquellas que me hicieron padre de mis mejores prosas,
Trayéndome en cuna de oro
A brazos que amé y hoy desecho al papel.

Monté mi ópera de dolor
Herí tu inseguridad
Malgasté mi poesía
Recordé el perfume
Y la maldita hora
Lloré tu cuello
Tajé mi pecho
Le di baja a tu soledad
Esa que ves, sientes y feliz te hace,
Tal como dice tu carta.

Monté mi ópera de dolor
Y descendí a tu círculo.

Carta setecientos treinta

Hoy no hay poesía que sostenga la esperanza
Se gastaron los clichés
Y las películas de nunca acabar
Ya ni el licor
Ni el abrazo
Ya ni el sonido de su llegada por las tardes
O de sus quejas al despertar.
Ya no los mil rezos que por mi daba.
Solo este latido lento y permanente
Como un cáncer compitiendo,
Esperándote
Al otro lado de la vida
A la interperie de tu búsqueda.

Microcuento

Esta triste guerra
Del mal mártir y la falsa culpable,
Esta época equívoca
Que te siembra espinas con noticias cada quincena
Estas malogradas letras
Calzas de tu poesía.

Retrato

Colgado en la pared
Soy un mal retrato,
Observo paisajes
Y a las gordas de Botero
Salpicando sufrimiento
Y palabras sin alcance.

Soy un retrato veedor
Y ciego, de mirada gélida
Cuarenta dientes
Y sonrisa muerta.

Soy lo que olvidaron,
La impresión de las poetizas hipócritas
Que con vino en mano, se rieron.
Soy el (mal)retrato que se quiso que vieran.